Y su tristeza la envolvió en un manto de lujuria, la sábana se olvidó de su función, y ahora con vergüenza cubre de plegarias una tumba dónde una vez hubo dos.
Y aquí no queda nada, dijo él después de terminar su acto. Allá va el desastre, tambaleando su cabeza con remordimiento y de sus manos buscando un porque. Ella dijo cómo iba vestida sin terminar de contar la historia, lo que no percató es que su relato dejó su máxima genialidad y mi poca atención en su primera línea.

12 abril...

Alguna cosa que de la ópera nos puede prostituir... algún incesto mounstruoso entre la mirada materna y la voz de Walter el señor que vende dulces, y granadas de humo

Alguna cosa que La gardenia nos ilumine entre la habitual demencia del día y el aburrimiento de tu falda...